Hoy entrevistamos a…Rolando Trujillo
Rolando , Kiko para los amigos, es ese tipo de personas que con su talante positivo hacen que los que están a su lado se sientan más felices. Escucharle hablar de baloncesto es como sentarse delante de esas revistas técnicas que contienen en cada página artículos de sabiduría.
Formado como jugador en la mítica Unión Deportiva Las Palmas recala en diferentes clubes de la isla para realizar distintas labores relacionadas con nuestro deporte: entrenador, director técnico, padre de jugador…
Hoy nos acercamos a un sabio del baloncesto de Gran Canaria.
¿Cuándo y dónde comenzaste a jugar a baloncesto y por qué motivo?
Exactamente no lo recuerdo, estaba en 7º u 8º de EGB, alrededor del año 80/81. Me inicio con la U.D. La Palmas que en esa época tenía sección de baloncesto, en el colegio Cervantes. ¿Motivo? Jugué un partido en mi colegio de liga interna (6-6 quedamos, ¡partidazo!) al que me apunto de casualidad, me gustó y en mi clase estaba Maillo que jugaba ya con la UD, hablé con él y para allá fui a probar. En el primer entrenamiento me doblé un tobillo, pero volví y ya me quedé.
¿En qué momento decidiste cambiar tu faceta de jugador a la de entrenador?
No lo recuerdo como una decisión. Siendo, creo que jugador juvenil de 2º año, el alma mater del Cervantes, Manolo Hernández César, me propone ayudar al club haciéndome cargo del cadete de primer año y acepto. Yo ya estaba finalizando mi carrera como jugador y de esa forma seguía vinculado a mi club. Con esta nueva faceta me sigo sintiendo parte de la familia, y que estoy en mi casa. Todo discurrió de forma muy natural.
Cuéntanos una anécdota que recuerdes como jugador y otra como entrenador
Como jugador recuerdo mi primer partido de baloncesto federado en el Cervantes, sacamos de fondo, recibo más o menos en medio campo, me quedo totalmente helado con el balón en las manos, se acerca caminando mi defensor, me coge el balón de las manos (no necesitó quitármelo) y veo como se va botando a meter canasta. Perdimos 9-90, creo que no ayude mucho ese día.
Como entrenador hay muchas. Una buena fue entrenando en la liga senior insular al Cervantes-Vegueta (la vida me llevó de nuevo a mis orígenes). Me encuentro con Toni Esparragón que en ese momento entrenaba al Archipiélago8 de mi misma liga, de hecho nos enfrentábamos en un par de semanas, hablamos de baloncesto y me comentó que está teniendo problemas con una defensa en zonas que quería meter a su equipo, no tenía claras las rotaciones. Yo le digo que si quiere nos sentamos y le ayudo, de repente me dice que si voy a su entreno a explicársela a los jugadores, le digo que sí y allí estaba yo en un entrenamiento de mis rivales explicándoles como hacer la defensa que me iban hacer a mi. Pero era Toni Esparragón, imposible decirle que no, y además me pareció hasta bueno hacerlo, es baloncesto, somos amigos.
Has tenido la posibilidad de dirigir a jugadores de distintas categorías, ¿prefieres entrenar a jugadores de edades tempranas o de categorías senior? ¿y por qué?
No es preferencia, es sólo distinto. En senior cambia el lenguaje, partes de lo que ya saben, pero no hay tantas diferencias.
En edad temprana lo importante es el detalle técnico, que mejoren individualmente y que aprendan a asociarse.
En senior lo importante es el detalle táctico, que pongan su individualidad al servicio del grupo. Como ves, creo que al final lo importante en todas las categorías es el grupo, asociarse.
Ejerciste labores de director técnico del C.B. Loyola. ¿Qué prioridades te marcaste cuando cumpliste dicha posición?
Fue poco tiempo, creo que dos temporadas. Lo importante era completar los equipos con niños del colegio, tener equipos de cada categoría, luego detectar entrenadores potenciales dentro de los equipos mayores (cadetes y juveniles) para que se implicaran con las pequeños, y con esta acción potenciar el sentimiento de pertenencia a un grupo, que no es un trabajo, es pasión. Y por supuesto, no hacer disparates. La técnica individual por encima de todo y mucho trabajo.
Dentro de tu extensa aportación al mundo de la canasta participaste en el programa de la Federación Española de Baloncesto, Baloncesto sin Límites. Cuéntanos en qué se basaba esta apasionante experiencia.
Eso fue una oportunidad que me brinda la Federación Canaria tras la renuncia de Carmelo Cabrera. Se pusieron en contacto conmigo por medio de Federico García Soto. Consistía en ir a entrenar a la Cárcel de Juan Grande, a las presas del Módulo de Mujeres.
A nivel técnico/táctico no tiene más, alguna sabía hacer algo, la mayoría no sabía hacer nada, buenas condiciones de entreno y cero problemas.
A nivel humano la experiencia fue increíble, sólo el proceso de entrada y salida del recinto es para vivirlo, era un grupo de 12-15 mujeres con las que entrené estupendamente.
El objetivo principal era sacarlas de la rutina de la cárcel durante un rato, entrenamientos dinámicos, mucho juego, respeto de normas y complicarles poco la vida con técnica individual.
El director del programa a nivel nacional era Fernando Romay, vino dos veces y cuando te dice que el programa está en varias cárceles pero que aquí es donde más éxito de participación tiene, pues te alegras y te refuerza lo que estás haciendo. Pero pasó lo que me dijo Romay en una comida que hicimos, esto dura hasta el Mundial, luego se acaba; y efectivamente así fue.
Actualmente eres entrenador del Club Baloncesto Las Palmas. ¿Cuando y cómo llegaste a nuestro club?
Pues llevaba varias temporadas alejado del Baloncesto, mi hijo finalmente se decide por practicar este deporte. Creo que llamé a Pedro o me encontré a alguien que me habló del club, vine y vi que estaban muchos de mis conocidos aquí, gente con la que yo podía dejar a mi hijo y marcharme tranquilo, que estaba con buena gente, y empecé como padre en la grada del Instituto de La Minilla.
Un día Pedro me dice que si puedo bajar a la cancha y ayudar a un entrenador que iba a empezar precisamente con el grupo de mi hijo, el entrenador que tenían lo dejaba, con la temporada ya empezada y lo mismo que te conté antes con Esparragón…viene un amigo, te pide ayuda, es baloncesto, y no puedes decir que no. Ahora, aquí estoy, mi hijo ya no está jugando y yo sigo enredado con el baloncesto.
¿Qué destacarías de la familia del CBLP?
Cercanía, mucha humanidad, que primero somos personas y luego hacemos baloncesto. Que si levantas la mano y pides ayuda te va a sobrar gente que lo haga, que si vienes a sumar vas a multiplicar y si vienes a restar mejor quédate en casa, que la formación y el aprendizaje es una obsesión.
Como te dije antes yo dejaba a mi hijo en la puerta y me iba tranquilo, que iba a estar con buena gente. Que haremos mejor o peor baloncesto, que haremos mejor o peor las cosas, pero que el objetivo principal es ser felices haciendo lo que nos gusta.
Basándote en tu extensa experiencia, ¿podrías darle un consejo a los niños que deciden practicar el baloncesto por primera vez?
Que si les gusta ésto, que no se rindan a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, que siempre hay un sitio donde hacer baloncesto, que al final lo que te llevas son amigos, que es solo deporte.
Que ganar y perder no es lo importante, sino como se gana y como se pierde. Que lo más divertido son los entrenamientos. Que llevo 40 años en ésto y sigo viniendo porque me divierto.
¿Y te importaría darle otro consejo a las personas que deciden introducirse en el fascinante mundo de la dirección de equipos?
Que tengan humildad, que no olviden que los jugadores si tú no vas, juegan una pachanga, y si ellos no vienen no hacemos nada.
Que primero hagan equipo, que el refuerzo positivo es una herramienta fantástica, que esto también tiene que ser divertido para el entrenador.
La mayor satisfacción es ver a un jugador hacer en la cancha algo que antes no hacía. Y que perder partidos es la cosa más normal del mundo.
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